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Columna | Orgullo e Inclusión: celebrar la diversidad desde la discapacidad

  • Foto del escritor: José Bezanilla C.
    José Bezanilla C.
  • 4 jul
  • 2 Min. de lectura

por Equipo Área Discapacidad


En el Mes del Orgullo, que nos invita a reflexionar sobre los derechos de la comunidad LGBTQ+, desde el Área Discapacidad de Fundación Cristo Vive queremos sumar una mirada concreta: la de quienes viven la intersección entre la discapacidad y la diversidad sexual.


Sabemos que muchas personas con discapacidad enfrentan una doble exclusión: por su condición, y por su orientación sexual o identidad de género. Por eso, hablar de orgullo y hablar de inclusión no son caminos distintos, sino uno solo. Y en nuestro Centro Dios con Nosotros, decidimos celebrarlo.


Organizamos un taller interactivo para conocer las distintas realidades que existen dentro de la diversidad sexual, compartimos experiencias, reflexionamos juntos y comimos rico. Nuestro centro se llenó de colores, símbolos y palabras que abrieron conversación. Fue más que una actividad: fue una oportunidad real de reconocernos en nuestra dignidad.


Nuestros participantes con discapacidad señalaron que les sorprendió conocer la cantidad de realidades que existen dentro de la diversidad sexual. Uno de ellos comentó: “Nos llamó la atención que hubiera tantas banderas. No sabíamos que existía, por ejemplo, la del Orgullo Autista”. Para quienes se identifican dentro del espectro, fue un gesto importante de reconocimiento.


También surgieron reflexiones como: “La gente discrimina porque no conoce” y “todos somos iguales y merecemos respeto”. Palabras sencillas, pero que muestran cuánto sentido puede tener hablar de estos temas desde espacios de confianza y cuidado.


Cada una de esas frases no salió de un manual ni de una capacitación: salió del corazón de quienes participaron, se emocionaron y reflexionaron. Porque cuando se abren espacios seguros y respetuosos, también se abren caminos nuevos para la inclusión.


En Fundación Cristo Vive no creemos que la diversidad sea algo que deba tolerarse, sino algo que debe celebrarse. No hablamos desde un deber institucional, sino desde una convicción humana y cristiana: nadie debe quedarse afuera del amor, del respeto ni de la vida digna.


Por eso este Mes del Orgullo no levantamos solo una bandera. Levantamos muchas. Y cada una representa a alguien que, en medio de sus luchas, también tiene derecho a ser feliz.

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